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The High Shore, Lyonel Feininger |
En su relato "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius", escribe Borges sobre la geometría de Tlön:
"comprende dos disciplinas algo distintas: la visual y la táctil. La última corresponde a la nuestra y la subordinan a la primera. La base de la geometría visual es la superficie, no el punto. Esta geometría desconoce las paralelas y declara que el hombre que se desplaza modifica las formas que lo circundan."
El cuento trata sobre el descubrimiento de un texto donde se describe un mundo ficticio. En él, el idealismo, y no el realismo, es la forma natural de comprender la vida para sus habitantes.
Algo turbio y estridente se esconde bajo la forma que tenemos de percibir el espacio. No sólo de percibirlo, sino -y es de lo que trata este artículo- de sentirlo, de vivirlo : en definitiva, de la experiencia del espacio. La abstracción físico-matemática, con sus axiomas formulados rozando la expresión mística, ha acabado prácticamente por silenciar esa suerte de perturbación. Lo mismo sucede, de hecho, con cualquier "ley". En la enunciación de los fundamentos radica el sosiego de la mente científica, que adultera el alcance del lenguaje. Pero para el que reconoce el límite radical de las palabras, de los conceptos y de la lógica misma, un axioma no es más que una señal de "prohibido el paso" frente a la inmensidad.
La idea de espacio es, parece ser, bastante trivial. Y digo idea y no concepto porque el concepto, a la práctica, acaba siendo algo mucho más distante que la idea. El concepto es un engranaje. Está sujeto a categorías y clases. Puede ser comparado, discutido, modificado, obviado, desterrado del pensamiento, y todo lo demás permanecer igual. Pudiendo definirse, el concepto acaba ineludiblemente siendo resultado de una de las infinitas combinaciones sintácticas que marca el lenguaje. Por lo tanto, aunque potencialmente complejo en estructura, precisamente porque se conoce su estructura, el concepto no aporta nada en sí mismo. El concepto, en definitiva, es un cuerpo inerte.
Sin embargo, la idea precede al concepto. Por tanto, lo abarca. Y por tanto, es más que concepto. Y si es más que concepto, entonces ya no es tan fácil hablar de ideas. Es fácil, claro, hablar de los conceptos que se generan a través de las ideas. Pero la idea está en contacto directo con la experiencia. Y la experiencia, a menos que se experimente, no sirve de nada. La experiencia pasa de conceptos.
En este sentido, el concepto de espacio es, realmente, lo trivial. Presentado lo más brevemente posible, evitando los matices que pudo introducir la física relativista, el espacio se entiende como aquella extensión donde los objetos presentan una cierta posición y orientación relativas. Es decir, el concepto de espacio relaciona los conceptos de extensión, objeto, posición, y orientación. Cada uno de estos conceptos, a su vez, relaciona otros conceptos más básicos, hasta llegar a los conceptos "primitivos" o "átomicos", más allá de los cuales no cabe conceptualizar nada. Fantástico. Ahora bien: ¿qué es (y NO "qué significa") estar alguien en algún lugar? Más concretamente: ¿qué es estar yo en algún lugar?
¿Es correcta esa forma de expresarse? ¿El "yo" es ubicable? Evidentemente, puedo tratar mi cuerpo como a un objeto, y decir "ese objeto que es mi cuerpo está ubicado aquí". De acuerdo. Y, ¿qué es "aquí"? No puede decirse "aquí es donde se encuentra este objeto que es mi cuerpo", ya que sería una tautología, no estaríamos diciendo nada. El uso de la palabra "aquí" cobra sentido en relación con el "yo". Aquí es donde estoy yo. Vaya, volvemos al principio. ¿Y si el "yo" no fuera ubicable? Entonces ninguna de las oraciones comentadas en este párrafo tendrían sentido. Esto muestra: primero, que la relación del "yo" con el espacio no es evidente, y segundo, que el "yo" es en sí mismo algo ambiguo.
Veamos en qué situaciones se involucra el "yo" con el espacio. Básicamente, uno puede estar quieto, o moverse. Cuando uno está quieto, las cosas a su alrededor pueden o no cambiar (habitualmente cambian). Cuando uno se mueve, las cosas a su alrededor cambian seguro. ¿Qué se entiende aquí por "cosas a su alrededor"? Todo aquello que no sea el "yo", y que el "yo" pueda percibir. Esto serían, por ejemplo, la imagen y el tacto. Veo que mi entorno cambia. Si me encuentro con algún obstáculo, puedo sentirlo. ¿Qué es lo que cambia aquí: el exterior, o la percepción de eso que tan tranquilamente hemos denominado "todo aquello que no sea el "yo""? Dicho de otro modo: ¿qué marca el límite entre el "yo" y el exterior?
Efectivamente, parece que el "yo" es algo ambiguo. Y es que, aunque lo más natural resulte hablar de un "yo" en medio del mundo, realmente acaba siendo una forma muy artificiosa (y superficial) de tratar el asunto. El "yo" proporciona una sensación de seguridad. Marca una distancia entre ese "yo" y todo lo que puede afectarle (o sea, todo). Le permite a uno sentirse independiente del mundo. ¿No será, quizás, ése el problema que llevamos acarreando desde el principio? El pensar que el mundo está fuera de uno... El pensar que el espacio está fuera de uno.
No nos ilusionemos: no somos ajenos al mundo. Hablamos de "espacio", y nos "colocamos" en él, nos superponemos, como si se tratara de dos sustancias complementarias, aisladas. Queremos ser más de lo que somos... Lo cierto es que la ESPACIALIDAD nos domina. No porque estemos en el espacio, sino porque somos en el espacio. Hasta tal punto nos impregna la espacialidad, que incluso la misma abstracción que nos hacemos de la mente la representa como un "espacio indeterminado". El vivir y el pensar son vivir-en-el-espacio y pensar-en-el-espacio. Por eso no tiene sentido ni finalidad alguna intentar definir el espacio: sería como intentar definir el límite entre la vida y la muerte. Y ese límite lo marca, como no puede ser de otra forma, la propia vida. Y del mismo modo que no se puede asir la vida, tampoco se puede atrapar el espacio. Sólo se puede vivirlo.
He ahí la estridencia: el espacio es algo genuinamente humano. Nos marca un horizonte infranqueable. Es, junto con el tiempo, la mismísima frontera de nuestra existencia.