martes, 10 de julio de 2012

La fuga

Fuga II, BWV 847, Bach


Lo fascinante de la fuga en Bach es esa integración proporcionadísima de las múltiples voces. Antes de él, ya hay compositores que logran dotar de coherencia a un conjunto de voces independientes. En Bach sin embargo, la individualidad de cada melodía (que se hace patente al interpretarlas por separado) está verdaderamente subordinada a la unidad del conjunto. En otras palabras: la armonía de la fuga es de algún modo autónoma frente a la dispersión de las voces. El entrecruzamiento de las líneas melódicas genera una estructura nueva. Supracoherencia. De lo múltiple se llega a la unidad. En cierto sentido, "supera" al lenguaje verbal en lo referente al significado (mutatis mutandis). En el lenguaje verbal, la sofisticación consiste en una combinación de sintaxis, gramática y vocabulario. Pero las posibilidades expresivas están ya contenidas en las palabras. Por mera "combinación cronológica", las palabras "conforman" significados distintos.

Esa cualidad distintiva de la fuga con respecto al lenguaje verbal, ¿podría residir en la "combinación simultánea" de las notas (palabras)? Es decir, ¿podría deberse simplemente a la armonía como tal? Pero la armonía está presente en toda la música. ¿Qué hace pues tan diferente a la fuga frente a otras formas? El contrapunto. Gracias al contrapunto, las posibilidades expresivas crecen enormemente, justamente porque a la horizontalidad de las melodías se "añade" la verticalidad de las armonías. ¡Y todo esto "salió" de una sola cabeza, y "entra" en una sola cabeza! ¡Esquizofrenia musical!

Acaso de la multiplicidad de las voces de los esquizofrénicos surja una cierta coherencia. Acaso no todo el mundo está preparado para escuchar la armonía del loco. Los locos, quizás, lo están.

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