jueves, 12 de julio de 2012

La Marca

¿?, Tiziano


La luz era ya tenue entre la arboleda, y todo parecía despedirse. Tan sólo el frenético canto de los gorriones se resistía a pasar, en un vano intento por alargar los últimos resplandores de la tarde. Y aún duró cierto tiempo esa parodia natural, porque la brisa todavía guardaba algo de calidez, y a su silbido no le faltaba optimismo. Pero pronto se hizo claro que aquella esplendorosa polifonía tenía poco de esperanza, y mucho de réquiem. Réquiem por el sonido, por el color, por la luz. Porque el día tocaba a su fin.

Y tocó a su fin. Nada quedaba ya del día, más que su cadáver. Y, sin embargo, aún había sonido, color, luz. Pero no eran ya del día, sino de la noche.


Qué extraño se veía ese hombre paseando en mitad de todo aquello. También su pensamiento deambulaba tembloroso, aunque éste se encontraba en un lugar muy distante: en ese rincón del alma donde se forma la costra de las desgracias, donde el tiempo se suspende por momentos.

¿Qué significado tenía ahora su vida? ¿Podía ser que toda su historia estuviera únicamente abocada al dolor? Porque el dolor era lo único que le quedaba ahora. Un vacío insoportable. ¿Aún tenía derecho a sentir nostalgia del pasado? ¿Acaso esa vida le pertenecía realmente a él, ahora que era otro? De esta forma erraba su mente, con el vivo deseo de escapar al presente, como si de tanto retroceder fuera a olvidarse de él la realidad. Pero la realidad es paciente y no se molesta en perseguir a nadie, porque tiene al tiempo de su parte. Y de este modo iba el presente empapando su alma, tan suavemente que ni lo notaba.

Su hermano estaba muerto. Muerto. Y le había dejado solo. ¿Cómo podía ser? Un conocido sabor fue calando en su corazón: el de las propias lágrimas. Ese sabor que convierte la pena en un perverso placer y que a todo tiñe de una extraña nobleza. Y de esta sutil autocomplacencia brotaban dulcificados recuerdos repletos de emoción. Aquellas veces que acompañaba a su hermano a pastar. Cómo trataba a su rebaño. La preciosa atención que dedicaba a sus ovejas. No tenía ningún reparo en pasarse las tardes enteras cuidando de las crías, parecía que fueran sus propios retoños. Siempre le extrañó que un hombre pudiera llegar a tener tanta complicidad con los animales. Él, en cualquier caso, carecía de ese don. Y por esa razón se vio resignado a ocuparse de la tierra. Y de alguna forma siempre lo encontró humillante. Era un trabajo mucho más esforzado que el de su hermano. Para que la espelta creciera sana, uno dependía totalmente de la voluntad del cielo. Y a pesar de tanto esfuerzo, un agricultor no podría nunca llegar a estar tan orgulloso de sus cosechas, como podría estarlo un pastor por su rebaño, porque la vida de la planta es inferior a la vida del animal. Pero del orgullo nace la soberbia, y su hermano era un soberbio, eso no podía negarse… No, no, no, lo peor tenía que olvidarse, ya no era tiempo de pensar en maldades. No, habrían sido buenos amigos si hubieran tenido más tiempo. Habrían compartido sus vidas, habrían aprendido el uno del otro. Pero ya no estaba. Ya sólo quedaban estos recuerdos desperdigados y una amargura sin fondo que lo carcomía desde no sabía cuándo. ¿Cómo habría de superarlo? No, se decía, no debía pensar en superarlo, debía sufrirlo, porque de lo contrario significaría que no amaba a su hermano como debería. Tenía que revivir cada uno de esos momentos compartidos para sacar lo mejor de ellos. Pero su hermano pequeño se había ido para siempre. Y qué vacío tan horrible dejaba.
Sólo el amor podría con él. El amor… ¡Sí! ¡El amor! Y las palabras, tan bien escogidas, tan adecuadas, eran una hiedra que cubría su pena y la intentaba asfixiar. Sin embargo, a veces la pena es el reflejo de algo más profundo.


Pero las cosas de la noche poseían una belleza sutil. El viento se había transformado. Era ahora severo y desolador, pero sonaba con fuerza y frescura. La tierra, los árboles y sus hojas habían como mudado de aspecto. Ahora eran oscuros y habían perdido sus detalles, pero emanaba de ellos una presencia distinta. Y en su oscuridad, se fundían y recreaban los contornos, y entraban a formar parte de un nuevo y vasto continuo. Y la luna, con su luz lacerante, tan inhumana y alejada de todo, sublimaba y enaltecía todo cuanto a uno rodeaba. La noche irradiaba nueva vida. Una vida terrible.


¡El amor vencería al dolor! Y ese amor… ¿Dónde encontrarlo? ¿Y dónde buscarlo? ¿O es que debía pedirse? ¿Y eso qué era, rezar? ¿Y creía acaso en Dios a estas alturas? No lo sabía. Quizás debía escarbar dentro de su propia alma. Si había algún Dios ahí afuera, puede que también estuviera aquí adentro. Sí, así debía hacerse. La solución al problema debía encontrarse en su interior, y en su interior debería buscarla. El final del dolor, el final del vacío… El consuelo. Su corazón lo necesitaba. Y el alma estaba ya exhausta, y acabó cediendo a la realidad.
Y la verdad acabó filtrándose por entre los resquicios de su corazón, y se reveló la calamidad. Los pensamientos se desvanecieron en un instante, engullidos por el abismo que se acababa de mostrar en su más íntimo ser. Una tormenta había hecho jirones la realidad. Y es que volvía a encontrarse solo y desarmado frente a sí mismo. Y lo que por un tiempo había permanecido oculto en la sombra de su alma, quedaría ahora visible para siempre.

No había amor para su hermano en su corazón. No, jamás había amado a Abel. ¿Cómo podría? ¿Cómo podría amarse a una persona que se sabía mejor que uno? Porque Abel se sabía mejor que él. Jamás tuvo forma de ocultarlo. ¿Y qué significaba ser uno mejor que otro frente a Él? Significaba también ser uno peor que el otro. ¿Y qué le queda al peor, sino lo peor? ¿Y cómo diablos se superaba aquello? La arrogancia de Abel le forzaba a mostrárselo en cada mirada, en cada gesto, como impulso venido desde lo alto. Pues también así él tenía derecho a actuar por impulso venido desde lo bajo, y así lo hizo. Lo peor para el mejor, esta vez. No, no había amor para su hermano, ni lo habría jamás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.